Creado en 2008, convocados por los interrrogantes que emergen de la práctica, la investigación teórico-clínica y el recorrido por las enseñanzas de Freud y Lacan. El psicoanálisis no puede no reinventarse a sí mismo para subsistir como discurso con consecuencias. La causa por la cual esto es posible es aquello por lo cual este espacio inicia su producción y transmisión. Con el auspicio de
Con el auspicio de
miércoles, 25 de junio de 2014
Reseña de Segunda Clase Seminario Anual - Docente Local
El día 6 de junio se llevó a cabo la segunda clase del seminario anual
2014 “La transferencia en la dirección de la cura" con título "El deseo del analista" a cargo de Roxana Vega Alonso
(docente local, miembro de Espacio Psicoanalítico Pampeano, desde el año 2009) y
los comentarios realizados por Marcos Pelizzari.
La presentación se centró
en la localización de tres momentos de la enseñanza de Lacan que permitieron
ubicar los desarrollos en cuanto al deseo del analista: 1958, 1964 y 1969-70. Se plantearon estos tres momentos en la enseñanza como tres modos de ir más allá de lo terapéutico y como reducción de un ejercicio de poder.
La expositora inició la
presentación del tema señalando que atraviesa
la relación entre el analista y el analizante. Ubicó una referencia del escrito
de Lacan “La Dirección
de la Cura y los
principios de su poder” (1958), texto en el que pueden ubicarse los antecedentes del concepto de deseo del analista en el operar desde la falta en ser. Explica
que el analista, respecto al sujeto que se pregunta por su deseo, estaría
ubicado en cierta posición de poder pero advierte que no debe responderse esa
demanda para evitar producir identificaciones. En este tiempo la interpretación
esta orientada por el sentido y la significación.
En el año 1964, durante
el seminario 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”, Lacan
realiza una crítica sobre la posición de padre en Freud en los análisis que
realizaba. Se describe uno de los conceptos fundamentales, el inconciente, desde
el estatuto ético y no ontológico. Explica la pulsación temporal que lo
caracteriza en tiempos de apertura y de cierre. En dicho momento se entiende el
deseo del analista como una función. La transferencia como puesta en acto de la
realidad sexual del inconciente, se corresponde con el momento de cierre del
inconciente. Mientras que el momento de apertura se propicia a partir del
sujeto supuesto saber, el cual se entiende como el pivote de la transferencia.
Allí se tomó como referencia la
Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela, donde Lacan (1967)
propone una manera de formalizar la operatoria de este sujeto supuesto al saber
en una fórmula conocida como algoritmo de la transferencia.
Retomando el seminario
11, la expositora planteó que el deseo del análisis no es un deseo puro. Un
deseo puro es deseo de nada, sin objeto. Lacan señala que el deseo del analista
entra a producir el campo de la experiencia no como sujeto dividido sino como
objeto, que causa el deseo, objeto que actúa como causa del surgimiento del
deseo, esto es producir, ser la causa de aquello que va dividir al sujeto como
objeto a causa. La función del deseo
del analista se representa por una x agalmática. Esta finalidad, hace del deseo
del analista un instrumento del análisis, lo que lo vuelve impuro, pues le
impide ser deseo de nada. En este sentido, el deseo del analista, no solo no se
opone a la dirección de la cura sino que la representa en su fase más profunda.
Lacan lo formula en el Seminario 11: “es
el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto,
confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de
sujeción a él”. Esta fórmula anticipa lo que años después será el esquema del
discurso del analista en el Seminario 17.
Allí Lacan (1969/1970) presenta
cuatro discursos conformados por cuatro elementos para articular el
significante y el goce, la relación del sujeto al Otro. Estos cuatro elementos
se ubican en distintas posiciones que girando en el sentido de las agujas del
reloj, serían el agente, el Otro, la producción y la verdad. Miller, en el
texto “El banquete de los analistas” reformula dichas posiciones a partir de
considerar el Discurso del Amo, a saber, en el mismo sentido Ignorancia,
Trabajo, Producto y Pereza. La disertante plantea que el inconciente, como
saber (S2), trabaja para asegurarle goce al sujeto, produciendo formaciones del
inconciente. El sujeto es comandado por el significante amo pero quien verdaderamente
trabaja es el inconciente. El analista a partir de la regla fundamental de la
asociación libre introduce una perturbación fundamental.
Centrándose en el
discurso del analista detalla las posiciones, considerando que el analista
posicionado en el lugar del agente opera desde la ignorancia. El analista esta
posicionado como semblante de objeto, causa del deseo. En la posición del Otro,
del trabajo, se ubica el sujeto barrado. Mientras que en el lugar del producto
caen los S1 que comandan la vida del sujeto. En el lugar de la verdad, de la
pereza se aloja el saber. El analista entonces pone a trabajar al sujeto, lo
pone a producir los significantes amo, resultando la caída de las
identificaciones como efecto.
Al finalizar la clase,
Marcos Pelizzari presentó una articulación entre el discurso del
amo y el discurso del analista, localizando algunas categorías de análisis en
un cuadro comparativo entre dos modos de lazo social. En
el discurso del amo prima el ejercicio del poder, lo que le interesa al amo es
“que la cosa marche”. La política se rige por el poder y la producción de identificaciones. El amo tiende hacia
el bien del Otro instalando así la relación dual, en una primacía del registro
imaginario, posicionado como Ideal. En cuanto al goce se puede pensar que el
amo goza en el ejercicio de su poder logrando el “éxito” con el cumplimiento de
su mandato.
En el discurso del
analista lo que comanda es la posición y la acción analítica, la interpretación. El deseo en juego es el deseo del analista explicado anteriormente que implica el
funcionamiento desde un lugar activo y auténtico. En tanto reverso del discruso del amo, la
política que atraviesa el análisis se orienta por la falta en ser, la división
subjetiva. La verdad se ubica en el saber inconciente. El registro donde podría
ubicarse este discurso es en el simbólico, a partir de considerar el
inconciente estructurado como un lenguaje y la instalación del sujeto supuesto
saber. Lacan dice que el analista es un amo fallido ya que tiene un poder pero
no lo ejerce. Respecto al goce, el analista no goza mientras opera. El éxito en
este discurso se entiende como la ausencia del fracaso ya que no hay éxitos
terapéuticos. Para aclarar esto, cita a Freud cuando enuncia los imposibles de
gobernar, educar y analizar y el advenimiento del efecto terapéutico por
añadidura.
A continuación Roxana
Vega realizó la presentación de un caso clínico con comentarios y puntuaciones
de Marcos Pelizzari, articulando los conceptos teóricos expuestos en la clase.
La jornada finalizó con el intercambio y una conversación interesante con el auditorio.
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